Leyenda del trueno viejo

La población totonaca relata que en el Tajín existe un ser de características sobrenaturales llamado el “trueno viejo”, del que se dice es un huérfano errante, el cual se encuentra amarrado con cadenas en las profundidades del mar, escuchandose sus potentes rugidos en los meses de junio, julio y agosto.
Se dice que una vez este huerfano miró un hacha cortando leña sin nadie que la estuviera agarrando, hasta que cayó el tronco, inmediatamente después se guardó la herramienta dentro de un atado, el joven persiguió al tronco que rodaba hacia abajo hasta que llegó a una vivienda, que era la piramide de los nichos, en la cual vivían doce ancianos que eran conocidos por el nombre de los “señores del trueno”.
Estas personas se quedaron con el huerfano Talinmaxka (nombre totonaca), dandole instrucciones de que debería obedecer en todo lo que le mandaran.
En cierta ocasión en que los “señores del trueno” hacian preparativos para salír a sus labores, el muchacho pudo ver que sacaban de un baúl el vestuario para crear la lluvia, el viento y el trueno, se pusieron sus botas y enfundaron sus espadas con las que fabrican los relampagos al desenvainarlas y los truenos al agitarlas sobre las nubes, ordenando al huerfano que no tocara absolutamente nada.
Cuando los ancianos se fueron a crear lluvia, el joven abrió el baúl y se puso el vestido para crear huracanes, salió de la casa y enseguida se desató un furioso huracán que arrastraba todo a su paso, tirando arboles y destruyendo casas.
Al darse cuenta de lo que sucedia, los “truenos” fueron tras Talinmaxka arrojando sobre él montañas de nubes con la finalidad de atraparlo, les tomó mucho tiempo hasta que finalmente lo pudieron agarrar, ya que se les escabullía con mucha facilidad.
Lo trasladaron a lo más profundo del mar, donde fue sujetado quedando completamente inmovil, se rumora que los estruendos los ocasiona al preguntarle a los “señores del trueno” cuando es el día de su santo, estos le mienten y le contestan que unos días antes o después de la fecha real que es el 24 de junio, cuidan mucho de no decirle el día exacto porque de saberlo ocasionaría una gigantesca inundación que podría acabar con el mundo.
Esta leyenda totonaca ha quedado grabada en el monumento que se encuentra localizado a la entrada de la zona arqueológica del Tajín, trabajo realizado por el escultor Teodoro Cano en el año de 1992.