Leyenda del Perro Prieto

Se dice que existió en la ciudad de Alvarado un hombre que robaba y se la pasaba molestando a las mujeres; aunque nadie sabía quien era, toda la gente lo había visto y muchas personas habían sido victimas de sus fechorías.

Hartos de esta situación, la gente de Alvarado tomó la decisión de sacarlo de la ciudad; aunque esto no fue necesario, ya que el sujeto no volvió a ser visto por la comunidad alvaradeña desde ese día.

Un día, al salír una señora del mercado con sus compras, se encontró a un atemorizante perro prieto que no la dejaba pasar, aunque no ladraba, su aterradora mirada intimidó a la mujer, la cual no se atrevió a cruzar por donde estaba parado el animal.

El hijo de la señora le sugirió que le diera un pedazo de pan, pensando que solamente se trataba de un perro hambriento; sacó del morral una pieza de pan y se la ofreció al perro, quien la tomó, pero antes de que la señora retirará su mano, se la arrancó de una mordida y se fue corriendo, dejando espantados a todas las personas que en esos momentos acudían al mercado, el cual siempre estaba lleno de perros, pero nunca habían visto a ninguno que atacara así a una persona.

En otra ocasión se encontró con unos campesinos que regresaban después de su jornada de trabajo, los campesinos lo rodearon y quisieron acariciarlo, pero cuando se acercaron al perro, este atacó a uno de ellos en la pierna, abriendole una profunda herida en la pantorrilla.

La gente estaba temerosa de los ataques del perro prieto, no le ofrecían comida ni agua, aunque al perro parece que no le importó que las personas no se le acercaran, ya que comenzó a causar problemas, debido a que se metía en las casas y se comía lo que encontraba, destruyendo todo a su paso.

Cierto día, un hombre vió al perro destruyendo un puesto en el mercado; envalentonado, tomó una vara de pirul y comenzó a golpear al perro con mucha fuerza, hasta que este quedó tirado en el suelo y ya no pudo moverse; la gente, satisfecha con la acción del hombre, se acercó a mirar al perro muerto, aplaudiendo la valiente acción.

De repente, el perro se paró sobre sus patas traseras y comenzó a arrancarse el pellejo de la cara con sus patas delanteras, apareciendo para sorpresa de todos los presentes, el hombre desconocido que había desaparecido tiempo atrás; este se quitó de encima la piel de perro y echó a correr ante la mirada atónita de la gente del pueblo. Desde entonces, jámas se ha vuelto a saber nada de ese extraño hombre.